Os dejo la entrevista que salió en el número de abril de la revista 21 con José Manuel Casañ, el líder y factótum de Seguridad Social, ese grupo que sigue dando la lata 30 años después. No son los Kinks, desde luego, pero son un clásico de nuestra música pop. Espero que la disfrutéis.
José Manuel Casañ/Seguridad Social (Tanto monta)
“No somos ni complacientes, ni ariscos”
No suenan de manera tan omnipresente como en los ochenta y
principios de los noventa. Entonces, si pasabas un par de horas en cualquier pub
seguro que escuchabas su Comerranas o su Chiquilla, o tal vez
ambas. Pero, 30 años después, Seguridad Social y su líder, José Manuel Casañ,
siguen ahí. Y lo celebran con una gira conmemorativa a lo largo y ancho de todo
el país. En ella tocarán los temas de su último trabajo de estudio, El mundo
al día en 80 vueltas. Pero también sus temas de siempre. Son malos tiempos
para la música (y para la Seguridad Social), pero Casañ no le pierde la cara a
una realidad dura. Es un profesional y, al mismo tiempo, un apasionado de esto.
La formación ha ido cambiando, pero él siempre ha sido el jefe, de eso no cabe
duda. Y se lo toma muy en serio.
-Ya lo sospechaba pero, según me he ido documentando, se me ha
hecho cada vez más evidente: Seguridad Social es usted.
-La verdad es que soy el jefe. Soy el que hace las canciones y el
que paga a los empleados. Pero tengo que decir que por Seguridad Social ha
pasado mucha gente y cada uno ha aportado distintas cosas.
-Es usted un monarca absolutista, como Luis XIV, que decía lo de
“el Estado soy yo”.
-La verdad es que hay poca democracia, sí. Impongo la línea que
sigue el grupo. Eso sí, con mucha serenidad, amor y respeto a la gente que me
acompaña en esta aventura. En un momento dado, como es mi empresa, digo: “esto
se hace así”. Pero tengo los oídos bien abiertos a sugerencias y aportaciones. No soy tan
absolutista.
-Montó su primer grupo con 16 años. Lo tenía claro.
-A los cinco años ensayaba canciones de Bruno Lomax frente al
espejo. A los seis años empecé en un coro infantil. Desde que pisé un escenario
sabía que esto era a lo que quería dedicarme.
-Comenzaron llamándose Paranoicos, y de ahí pasaron a Seguridad
Social. No me diga que la sanidad pública les curó la enfermedad mental.
-Bueno, la sanidad pública nos ha curado de otras cosas. Paranoicos
era una cosa más de amiguetes, no aspiraba a ser un grupo profesional. Cuando
empezamos a tomárnoslo en serio cambiamos el nombre. Aunque tampoco es que nos
lo tomásemos tan en serio. Seguridad Social siempre ha sido un grupo divertido.
Hasta el mismo nombre nace de una broma, de nuestro sentido del humor.
-Sus primeras grabaciones las hizo estando en la mili. Pero,
¿siendo tan punk no habría sido más lógico objetar o hacerse insumiso?
-¡Uf! Eso suponía tres años de cárcel. Prefería pasar el mal trago
y poder seguir componiendo y ensayando que enfrentarme al sistema. Si no lo
hubiera hecho así, no habría podido seguir con mi carrera.
-Su primer disco es un directo. Le echaron un par de narices.
-Nuestro directo siempre ha sido muy respetado y considerado. Y, al
final, el directo es lo más importante para un músico. Lo trabajamos mucho.
Cuidamos el repertorio para no ser ni complacientes ni ariscos. Aspiramos a
tocar bien y a que, al mismo tiempo, la gente se involucre en el concierto.
Pensamos que era una buena idea arrancar demostrando esa fuerza.
-La entrada de Wikipedia habla de un grupo que pasó del punk
escatalítico al rock mediterráneo. ¿Está de acuerdo?
-Pasando por otros muchos caminos. Para nosotros, el punk nunca fue
algo cerrado, sino una ventana abierta que nos permitía mostrar nuestras
inquietudes a gente que estábamos un poco verdes como cantantes o
instrumentistas. Esa es la filosofía del punk: “háztelo tú mismo”. Eso nos dio
alas. Hizo de trampolín. Pero no nos quedamos ahí. Nunca hemos sido conformistas,
siempre hemos arriesgado.
-¿Hay que comerse muchas ranas para seguir vivo en esto de la
música 30 años después?
-(risas) hay que cantar muchas veces Comerranas, eso sí. Es
una canción que surgió un día en que andaba haciendo experimentos con la
escritura automática. Salieron tres o cuatro canciones en un día. Me gusta el
juego. Me gusta hacer canciones con lenguaje sencillo pero que tengan un
elemento más profundo, a nivel de mensaje o de, como le digo, juego.
-Chiquilla es, sin duda, una canción emblemática del pop
español. ¿No cansa a veces tener que llevarla a cuestas?
-Es algo que tenemos que asumir. Es muy difícil luchar contra una
canción así, que identifican una generación y la siguiente. De hecho, no hay
porque luchar contra ella. En momentos más oscuros nos ha servido de caparazón
o escudo. Y es algo que le pasa también a los Rolling, que no pueden deshacerse
de Satisfaction. Es una ventaja tener esas canciones. Siempre
representan un momento álgido de un concierto cuando las interpretas.
-He repasado las canciones de su último disco y suenan frescas. ¿A
qué se debe? ¿Está todo calculado o es que tiene un síndrome de Peter Pan que
no se tiene?
-El síndrome de Peter Pan está muy infravalorado. Yo estoy a favor
de un síndrome de Peter Pan bien entendido. Reivindico la capacidad de asombro
de los niños. Poder pensar que cada amanecer y cada atardecer son distintos,
que no todo está hecho.
-Es el primer disco con temas nuevos en seis años y usted mismo ha
dicho que se ha hecho “a fuego lento”. Claro, con la edad, cuesta más.
-(risas) No es que cueste más, es que está más bueno. Si vamos
rápido, hay cosas que no salen bien. Más si estás intentado probar cócteles
nuevos. El nuevo disco tiene un tempo más lento en todos los sentidos. En
su elaboración y en el ritmo de sus canciones.
-Dice que, a estas alturas, lo de sacar disco es una cuestión de
tener una tarjeta de presentación. Pues sale cara la cosa, ¿no?
-Sí. Entre otras cosas, porque no se venden discos. No existe la
conciencia de que haya que pagar para escuchar música. La gente argumenta que
la cultura debería de ser gratis. ¿Y por qué no el pan, o la gasolina? Yo creo
que tendrían que ser gratis antes que la música.
-Están celebrando su gira de 30 años. ¿Cuántos aniversarios le
quedan al grupo?
-Pues celebramos que nos hemos divertido y aprendido mucho estos 30
años y esperamos que pase lo mismo durante los próximos 30.
-Para terminar: Si tuviera que elegir una palabra para calificar
Seguridad Social, yo me quedaría con “desparpajo”. No sé si le agrada, o si
añadiría alguna más.
-No está mal. Yo añadiría pasión. Hay mucha gente que se ha
desmarcado del mundo de la música cuando ha dejado de ser negocio. Ha
desaparecido un cierto intrusismo de esa gente que no sentía verdadera pasión
por la música y van quedando sólo los que de verdad sienten esa pasión.
-Y José Manuel Casañ está entre ellos.
-Sí, claro. Entre otras cosas, porque no sabemos hacer otra cosa en
la vida. Bueno sí. Yo era panadero. Pero la música es mi vida y pienso
dedicarme a ella mientras pueda.
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