16 de abril de 2012

Sobre el cierre de "Público"

Copio el artículo que publiqué hace unos días en el blog Comunicación Política. Es un trabajo para el Máster en Política y Democracia de la UNED. Tal vez os puede resultar interesante.


Son muchas las opiniones vertidas desde que el pasado 24 de febrero dejó de editarse en papel el diario Público. Sin duda, la desaparición de la edición impresa de este diario supone una pérdida de pluralismo informativo y, con ella, una pérdida de calidad de nuestra democracia. Estas ideas son bien conocidas. No voy a insistir en ellas. Prefiero explorar otros caminos.




1. Sinergias negativas.
La desaparición de la versión impresa de Público es sobre todo un síntoma de un problema más general. Todos hemos oído hablar de la crisis de modelo de periodismo a raíz tras la generalización del acceso a Internet y los numerosos debates que esta crisis de identidad ha generado: gratuidad vs. no gratuidad, periodismo profesional vs. periodismo ciudadano, inmediatez vs. contexto y verificación, entre otros. El enorme impacto que TIC han tenido sobre la prensa escrita todavía no ha sido absorbido, según se puede comprobar en el último informe del Pew Center.





Esta crisis de modelo se ve agravada, en el caso de España, por la existencia de un sistema de medios especialmente perverso, con un enorme impacto sobre la calidad de lo que Dahlgren denomina “esfera pública política”. Una perversidad que genera sinergias negativas con la ya citada crisis de modelo del periodismo. Quiero centrar este texto en un somero análisis de esta negativa combinación de fuerzas que creo es la causa última de la caída de Público, más allá de que hayan podido concurrir otros factores como la mala gestión empresarial, o las crisis económica y de la izquierda a las que hacía mención el principal accionista de Mediapubli, la empresa editora del diario, Jaume Roures.

Es una reflexión pertinente pues, como señala Soledad Gallego-Díaz, la crisis todavía puede dejar muchos muertos por el camino y los periodistas y los medios no lograrán esquivar el problema si, para evitar ser asesinados, se suicidan.




2. El sistema de medios mediterráneo.
Hallin y Mancini describen tres tipos de sistemas de medios: el liberal, propio de los países anglosajones, el corporativo democrático, propio del centro y el norte de Europa, y el pluralismo polarizado o mediterráneo. Es dentro de este tipo en donde los autores incluyen a España.

Examinemos las características de este sistema mediterráneo. Según González y Olmeda, son:
  • Escaso desarrollo histórico del mercado periodístico. Consecuencias: “prensa dirigida fundamentalmente a las élites” e “índices de lectura muy reducidos” (82,4 ejemplares por cada 1.000 habitantes en 2009 que descendieron a 78 en 2010).
  • Altos niveles de paralelismo político. Consecuencia: los medios se convierten en el referente ideológico del partido afín, “enteramente predecibles en su cobertura y línea editorial”.
  • Escasa profesionalidad y autonomía de los periodistas. Consecuencia: “La objetividad, la ecuanimidad, imparcialidad… son rara avis y se sustituyen por el partidismo o la adscripción ideológica”.
  • “Intervención del Estado”. De manera directa, como propietario, y de manera indirecta, como regulador.

De estas características, hay dos íntimamente relacionadas (el paralelismo político y la escasa autonomía de los periodistas son prácticamente dos caras de una misma moneda) que constituyen la mayor amenaza al periodismo y son a su vez causa de una tercera, muy determinante: el escaso desarrollo del mercado periodístico. Estos tres factores se retroalimentan mutuamente en una dinámica de círculo vicioso que se ha visto acelerada por la crisis económica y por la crisis global de modelo periodístico.

Aquí quisiera acotar el alcance de mi reflexión, sobre todo, a la prensa escrita. Por dos razones: es la principal afectada por la crisis del modelo de periodismo y tiene una característica distintiva que la diferencia de los medios audiovisuales. Mientras que éstos tienen un carácter eminentemente mixto, en el que el entretenimiento prima tanto –si no más– que la información, en la prensa escrita es este vector el que tiene mayor peso, siendo el entretenimiento un accesorio –cada vez más utilizado, todo sea dicho.

3. El particular “to be or not to be” del periodismo escrito.
En todo este proceso hay que destacar un hecho clave. El paralelismo político inicial se ha ido convirtiendo, como afirman González y Olmeda, en un verdadero “periodismo de trinchera cuya agresividad solo es comparable a su laxitud y permisividad”. En palabras de Albert Camus, dominan “la constancia en la tontería, la abulia organizada, la estupidez agresiva”. Todo ello ha hecho que, debido al fenómeno de la cobertura negativa (“los medios sólo son críticos con los antagonistas”) su función de control se diluya.

La baja calidad del periodismo es una mala noticia para la convivencia democrática, uno de esos conceptos desgatados –a menudo por ser excesiva e indiscriminadamente utilizados– a los que habría que limpiar, fijar y dar esplendor. ¿Por qué? Pues porque, como dice Daniel Innerarity, los medios “proporcionan la materia de nuestra realidad”, construyendo una verdadera “mitología mediática” mediante la redundancia. Si los suministradores de realidad son de baja calidad, la realidad será de baja calidad. Los mitos serán doblemente falsos. El espejo estará doblemente deformado. Esta baja calidad, falsedad y deformación es especialmente preocupante si tenemos en cuenta que las democracias actuales, según Manin, se han convertido en democracias de audiencia en las que la forma de gobierno representativo se caracteriza por desarrollarse en un nuevo foro: los medios de comunicación. Aplicando de nuevo el silogismo: si el foro es malo…

Más allá del perjuicio causado a la democracia, la baja calidad del periodismo es una mala noticia para los medios en sí. En principio, nadie compraría un coche que no anda, o un abrelatas que no abre. Es raro pues que el público quiera adquirir periódicos que no informan. Si los medios de este país quieren seguir anclados en un sistema mediterráneo (parece que o bien quieren, o bien no saben o no pueden cambiar) sólo pueden seguir perdiendo terreno.




Aquí pasamos definitivamente, si no lo habíamos hecho ya, al modo normativista. Al igual que la democracia sólo se salvará siendo más democracia, y tal y como indican todos los expertos, el periodismo sólo podrá sobrevivir siendo más periodismo. Volviendo a implantar sus principios. ¿Cuáles? Según Kovach y Rosenstiel, “(el periodista) debe lealtad ante todo a los ciudadanos. Su esencia es la disciplina de la verificación”. Más poéticamente, citando a Ryszard Kapuściński, proclamamos que “los cínicos no sirven para este oficio”. Al menos, no deberían.

4. Cerrando el círculo
Hemos hablado de lo dañino que es el sistema de medios mediterráneo tanto para la democracia como para los medios en sí. Me gustaría cerrar el círculo volviendo al punto de partida de este artículo. Y es que, con la desaparición de la edición impresa de Público el sistema se vuelve todavía más dañino en España. Aunque habría mucho que discutir sobre el tema, son no pocos los que piensan que ha desparecido la única cabecera impresa de izquierdas que existía en la prensa española. Nuestro sistema mediterráneo se habría quedado así sin una de sus orillas. Así, a juicio de muchos, los que quieren alejarse de la orilla derecha sólo pueden quedarse chapoteando en alta mar, sin mucho a lo que agarrarse y aguantando los embates de las olas de un mar mediterráneo que, por si fuera poco, está altamente contaminado.

Juan Ignacio Cortés Carrasbal






Bibliografía:

  • Dahlgren, Peter (1995). Television and the public sphere: Citizenship, democracy, and the mediaLondon: Sage.
  • González, Juan Jesús y José A. Olmeda (2012). El sistema mediático en tiempos de Rodríguez Zapatero: un bucle melancólicoTexto inédito.
  • Hallin, D. y P. Mancini (2004). Comparing Media Systems. Three Models of Media and Politics. Cambridge: Cambridge University Press.
  • Innerarity, Daniel (2006). El nuevo espacio público. Madrid: Espasa.
  • Kapuściński, Ryszard (2003). Los cínicos no sirven para este oficio: sobre el buen periodismo. Barcelona: Anagrama.
  • Kovach, Bill y Tom Rosenstiel (2012). Elementos del periodismo. Madrid: Aguilar.
  • Manin, Bernard (1998). Los principios del gobierno representativo. Madrid: Alianza Editorial.

Apéndide. Algunas opiniones sobre el cierre de Público:

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