Hace unos días me llegó el momento de visitar la exposición antológica de Gervasio Sánchez, instalada desde hace un par de meses en Tabacalera. Gervasio es un periodista imprescindible. No sólo es fotógrafo, aunque se le conoce sobre todo como tal.
Las fotos de Gervasio son directas, crudas a veces. Reflejan el horror. El horror del que hablaba Joseph Conrad en El Corazón de las tinieblas, a través de Kurtz que luego encarnaría Marlon Brando en Apocalypse Now.
Es el horror de gentes destrozadas por la guerra. El horror del odio, el horror de lo inhumano. Porque para cometer las masacres que Sánchez ha visto en Sierra Leona, Congo o Guatemala, la gente tiene que despojarse de su humanidad y negarle su humanidad a las víctimas.
En fin, hace unos meses tuve la suerte de entrevistarle para la revista 21. He aquí el resultado.
Las fotos de Gervasio son directas, crudas a veces. Reflejan el horror. El horror del que hablaba Joseph Conrad en El Corazón de las tinieblas, a través de Kurtz que luego encarnaría Marlon Brando en Apocalypse Now.
Es el horror de gentes destrozadas por la guerra. El horror del odio, el horror de lo inhumano. Porque para cometer las masacres que Sánchez ha visto en Sierra Leona, Congo o Guatemala, la gente tiene que despojarse de su humanidad y negarle su humanidad a las víctimas.
En fin, hace unos meses tuve la suerte de entrevistarle para la revista 21. He aquí el resultado.
Gervasio Sánchez, periodista integral
“Odio a muerte la guerra”
A Gervasio Sánchez le disgusta que no le
reconozcan también como autor de reportajes de mérito y que la gente se quede
con su faceta de fotógrafo, pero es que es un fotógrafo muy grande. Que
escribe, y muy bien, lo prueba, por ejemplo, su blog Los desastres de la guerra, una excelente ventana al mundo. También
colabora habitualmente con varias radios. Por su multidisciplinariedad y por la
coherencia de su trabajo, que ha merecido entre otros muchos premios el
Nacional de Fotografía, le aplicamos el calificativo de integral (y hacemos de
esta entradilla casi el acta de un jurado). Sánchez pertenece a una especie
casi en vías de extinción: el periodista independiente que defiende su trabajo
con fiereza y un gran sentido del autorespeto. Son cosas que escasean en estos
tiempos de miseria moral. Busca contar la verdad de la guerra y para ello se
fija en lo único indiscutiblemente cierto en todo conflicto: el sufrimiento de
las víctimas. Lo pueden ver en su exposición Vidas Minadas, que recorre toda España. Pero incluso los contadores
de sufrimiento tienen sentido del humor.
-Nacido en Córdoba, hizo de Zaragoza su base
de operaciones hace 25 años. Si le damos por aragonés, usted es de los tres más
universales, junto con Goya y Buñuel. Aunque sólo sea por tanto viaje como se
gasta.
-Que me coloque junto a esos dos genios me
llena de orgullo. Yo sólo soy un periodista y un fotógrafo.
-Imagino que su familia le ve a usted más por
la foto ésa que deja uno de recuerdo que en persona, ¿no?
-El no ser asalariado tiene la ventaja de que
no tienes que ir a trabajar ocho horas todos los días. Por eso, cuando no estoy
de viaje, todo el tiempo es para mi mujer y mi hijo. Por otra parte, creo que
importa más la calidad que la cantidad. Y tengo la suerte de haber dado con una
compañera muy comprensiva y generosa que acepta mi trabajo.
-¿Le queda algún país del mundo por visitar?
-He visitado unos cien países. Como son
alrededor de 200, me queda la mitad. Uno de mis sueños es llegar a conocerlos
todos, pero no sé si será posible.
-Perdone que insista: algo de maño tiene que
tener. Lo digo porque para dedicarse al reporterismo de guerra con la que está
cayendo en el mundo del periodismo está sólo al alcance de los muy cabezotas.
-La cabezonería no es sólo una virtud o un
defecto (según se mire) de los aragoneses. Todos los españoles somos muy
cabezones y tendemos a insistir en llevar la razón siempre. Además, estas
categorías no suelen responder a la realidad. Yo soy andaluz y, pese a nuestra
fama que tenemos, soy más puntual y ordenado que cualquier alemán.
-También es usted valiente. Recogiendo un premiode periodismo delante de miembros del Gobierno dijo que la política española de exportación de armas es una vergüenza.
-Siempre he pensado que hay que decir las
cosas claras. Y más ante los representantes políticos, porque son ellos los que
pueden cambiar las cosas. Fui crítico, pero educado. Si digo lo que pienso con
las palabras con las que lo pienso, me hubieran echado.
-Pese a todo, no le gusta nada la etiqueta de
periodista comprometido
-Me molesta. Para mí, el periodismo es
compromiso. Decir periodista comprometido es como decir taxista-taxista. Otra
cuestión es cómo está el periodismo actualmente.
-Creo que era Robert Capa el que decía
aquello de que si uno no tira buenas fotos es porque no se acerca lo
suficiente. Sin duda, usted se acerca mucho.
-Sí, pero él, que está muy mitificado por la
circunstancias de su muerte, no lo decía tanto por acercarse a situaciones de
peligro como por implicarse realmente en el trabajo. El oficio hay que vivirlo,
quererlo y practicarlo con rigor. En mi caso, mi oficio consiste sobre todo en
acercarse a las víctimas de la guerra y documentar lo que les pasa. Esto no es
ni mejor ni peor que el trabajo del periodista que hace tribunales.
-¿Y qué le lleva a uno a acercarse a lugares
de los que todo el resto de personas, incluidos los lugareños, salen corriendo,
en lugar de a los tribunales, por ejemplo?
-Supongo que tiene que ver con la infancia.
Con los sueños de viajar que en mí despertaban los sellos, los nombres de las
capitales del mundo, las monedas. Veía el periodismo como una oportunidad para
viajar, una forma de poder ver el mundo.
-Dice que no le atraen las guerras. Es broma,
¿no?
-Nunca he ido a la guerra por que me
atrayese. Tal vez al principio. Pero cuando ves lo que es una guerra… Yo la
odio a muerte. Por eso me da tanta rabia el asunto de la venta de armas.
-Entonces, ¿cuál es el motivo para seguir
yendo?
-Me parece importante documentar lo que
ocurre en el lado oscuro de la historia: los conflictos y los miles de víctimas
anónimas que provocan. Es un proceso doloroso, pero creo que es importante
hacerlo.
-Asegura que no ha hecho un curso sobre
fotografía en su vida. Viniendo de un Premio Nacional de Fotografía, esto puede
ser una ruina para muchas escuelas de fotografía.
-Son tiempos distintos. En el 79, cuando yo
estudiaba, no había más que cuatro facultades de periodismo y ninguna escuela
de fotografía. Me hubiera venido muy bien una, pero tuve que aprender sobre la
marcha.
-Es la primera vez que le dan ese premio a un
fotoperiodista. ¿Se siente pionero?
-La verdad es que me sorprendió mucho. Me dio
mucha alegría que se lo dieran a un fotoperiodista y, claro, que fuera yo. Hay
muchos más que se lo merecen.
-Decía Kapuscinki que los cínicos no valen
para este oficio ¿Cómo lo ve usted?
-Hay grandes periodistas que se han vuelto
cínicos porque esta vida no es fácil. Se paga un alto precio personal en
sobresaltos y soledades. Pero creer que se está de vuelta de todo es lo peor.
En este oficio hay que seguir aprendiendo cada día.
-Va de citas la cosa. El Ché: “Endurecerse
sin perder la ternura”. ¿Comulga con la idea?
-Los sobresaltos que conlleva el oficio te
hacen endurecerte, claro. Al mismo tiempo, no hay que perder la ternura. Trabajas
con materiales muy endebles: seres
humanos que sufren mucho y que lo último que necesitan es un periodista que también
les maltrate.
-Otra, más cercana, de Sabina: “Hotel, dulce
hotel; hogar, triste hogar”.
-En Occidente hay mucha egolatría del dolor,
mucho malditismo. Mucha gente va presumiendo por ahí de su herida, con pretensión
de que es universal. La única herida universal es la de gente que está
condenada a una vida de guerra, hambre o pobreza y que no puede elegir. Mucha
gente debería darse una vuelta por el Tercer Mundo.
-Me consta que, a pesar de los pesares, ha
vivido buenos momentos en su trabajo, incluso en contextos de máxima tensión.
-Cuando estás en medio de personas que
sufren, también hay situaciones de gran belleza. Yo he hecho grandes amigos en
mi trabajo. Amigos a los que confiaría mis preocupaciones antes incluso que a
gente en principio más cercana.
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