1 de diciembre de 2012

Antonio Dechent - un actor peleón y peleado


La verdad es que podría haber titulado esta entrada algo así como "recuperando el tiempo perdido". Hacía mucho que no publicaba (tal vez un día de estos os cuente por qué) y vengo con ganas. Entre los últimos trabajos con 21 figura esta entrevista que le hice al actor Antonio Dechent. Una experiencia muy divertida, porque el tipo es muy divertido y me trató estupendamente. Espero que os guste. Va a pelo. Sin fotos, sin canciones, sin enlaces. Sólo la palabra. No sé si es una cuestión poética o pura vaguería. Os dejo con la duda.

Antonio Dechent, actor peleón

“Uno se pelea siempre contra uno mismo y, al final, gana el otro”

Trabaja mucho. Dice que su patria es el teatro, pero ha filmado tanto que vive un poco exiliado. Sólo en lo que va de siglo, más de 40 películas le contemplan (o mejor, se le puede contemplar en más de 40 películas). Entre ellas figuran algunos títulos muy importantes del cine español (La voz dormida, Los Borgia, Salvador (Puig Antich) o 7 Vírgenes, por citar sólo algunos). Es lo que se suele decir “un secundario de lujo” –bueno, vean lo que opina él de esto más abajo. Pero también un protagonista de éxito. La prueba: sus actuaciones como actor principal en Smoking Room y en A puerta fría le han valido sendas Biznagas de Plata al Mejor Actor en dos ediciones del Festival de Cine Español de Málaga.  Además de todo eso, muchos le conocen por sus trabajos en televisión (La familia Mata, El comisario, Brigada Central). Poco amigo de dormirse en los supuestos laureles de la fama, Antonio Dechent se considera sobre todo un currante, un tipo honesto que intenta cumplir con lo que se le encarga de la mejor forma posible. Ya saben, a lo John Ford, que se presentaba diciendo simplemente: “Me llamo John Ford y hago películas del oeste”. No le importa arriesgar a la hora de elegir trabajos si cree en lo que está haciendo. Sevillano, contesta esta entrevista con un punto de guasa muy del sur, dispuesto tanto a defender su trabajo como a reírse un poco de su persona y sus circunstancias.

-Es usted sevillano y de Triana. Más gracia no se pué tener… excepto si se es gaditano, claro.
-No creo que yo sea nada gracioso. Y me parece que la mitad de los gaditanos tampoco lo son.

-Hemos intentando rescatar aspectos oscuros de su pasado, pero lo más que hemos encontrado es que la primera vez que actuó fue con 13 años en la clase de literatura.
-No creo que ésa fuera la primera vez que actuara, sino la primera vez que me aprendí un texto. Pero fue el padre Isaac García quien me inoculó el veneno del teatro.

-Una leyenda urbana dice que regentó un bar en Sevilla. Una buena escuela de aprendizaje.
-Era un bar que se llamaba La Revuelta y que Diario 16 llamó “el último reducto hippy de Sevilla”. Yo perdí bastante ingenuidad, por decirlo de alguna manera, llevando el local.  

-La Revuelta suena como a rollo medio anarquista, ¿no?
-No tiene nada que ver con las barricadas. Es que estaba sito en la calle Siete Revueltas.

-La gente tiende a identificarle como lo que se suele llamar “secundario de lujo”. ¿Se siente usted secundario o más bien primario?
-Me siento primario contestándole esta pregunta. Respecto a lo de secundario, quédese con lo de “de lujo” (risas).

-En algún momento ha asegurado que hace personajes difíciles que aparecen poco. Es usted un genio económico: especialización y rentabilización de esfuerzos.
-No lo rentabilizo tanto. Los actores secundarios tienen que hacer un esfuerzo sobrehumano para que se fijen en ellos. Yo hago ese esfuerzo sobrehumano para que mis personajes brillen.

-Casi cada vez que ha hecho un papel protagonista le han dado, como mínimo, una Biznaga de Plata. Sucedió con Smoking Room y ha vuelto a suceder con A puerta fría.
-Eso demuestra que el trabajo del protagonista está sobrevalorado.

-¿Por qué cree que le ofrecen casi siempre personajes duros, castigados por la vida? ¿Tan peleado está usted con el mundo?
-Tiene que ver mucho con mi careto y con mi voz. Yo no estoy peleado con el mundo. Uno se pelea siempre contra uno mismo y, al final, gana el otro, que es lo peor.

-Dice que es por culpa de esos personajes que la gente no se le acerca a pedirle autógrafos. ¿No ha pensado en reorientar su carrera?
-Esta es una carrera de fondo. Y su meta no es la fama, sino ser actor. Lo de los autógrafos es algo que se da por añadidura, como decía la Biblia.

-Por otra parte, sé que en alguna otra entrevista ha presumido de que, cuando mira a la gente, la gente baja la cabeza y mira al suelo. A ver si es que le va el rollo Harry el sucio.
-Para nada. Es divertido algunas veces. Pero porque es todo lo contrario de lo que soy yo. Me asombra que alguien se sienta cohibido por mi presencia, porque el que me conoce sabe que soy tierno y frágil como una florecilla silvestre.

-Se involucra usted en proyectos raros. Por ejemplo, resucitar la figura de Queipo de Llano. Tiene usted un lado violento, no lo niegue.
-Esta obra no se hizo por el salvajismo del personaje. Se hizo porque la fama de Queipo todavía existe en Sevilla: aquí no tuvimos Guerra Civil, aquí tuvimos a Queipo. Era una historia que había que contar, porque contando la historia de este señor contamos la nuestra.

-También ha colaborado con una serie casi amateur, como Malviviendo, filmada por un grupo de jóvenes sevillanos y distribuida por Internet. Tiene, pues, también, su corazoncito.
-Mi corazoncito sigue a la sabiduría y el talento. Pocas veces me he visto rodeado de tanto talento y tanta sabiduría cinematográfica como rodando esta serie.

-En algún sitio ha dejado caer esta perla: “artistas son los flamencos, yo soy un trabajador”. Ejem, entonces… el talento…
-El talento y el arte no son lo mismo. Uno puede ser un fontanero muy talentoso, lo que no significa que sea un artista.

-Para usted, el teatro es su país. Con tanta película y tanta serie anda usted un poco exiliado.
-He vuelto (risas). En época de vacas flacas, todo el mundo vuelve al terruño, que es donde más calentito se está.

-Defiende el cine español y al mismo tiempo dice que es difícil encontrar en él un buen guión. Esto, ¿es un poco esquizofrénico o es una mala lectura mía?
-Es una buena lectura suya. Me parece que el cine español tiene unas miradas diversas, interesantes. Pero también unos guiones que deberían ser más libres y variados.

-Sin duda, A puerta fría forma parte de ese puñado de buenos guiones, imagino.
-Efectivamente. Se sale de la norma establecida y necesita un espectador inteligente para asumir el abocamiento al desespero y al infierno del protagonista.

-Es una película que habla, entre otras cosas, de la esclavitud en la que se está convirtiendo el mundo laboral. ¿También para los actores?
-Para los actores más que para muchas otras personas. Cuando se reducen los presupuestos, la cultura es la maría, de donde más fácil se recorta. Como no pase algo extraño a los actores van a dejar de enterrarnos en sagrado, como antes.

-Ha dicho de su personaje que estaba hecho a medida para usted y que es un personaje que se va degenerando. De la relación entre estas dos cosas no hay que sacar conclusiones, imagino.
-(risas, dudas). No es bonito mostrar los demonios interiores y los estragos que produce la experiencia y la edad. Pero por otro lado es maravilloso poder hacerlo.

-Ha trabajado en la peli con Nick Nolte, uno de los grandes. Dígame, en confianza, si él tiene algo que no tenga usted.
-Más de 70 años.

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